martes, 2 de febrero de 2010

Plantas de POder




En la actualidad muchas personas se han vuelto a acercar a las plantas de poder, ya sea por fines espirituales, búsquedas existenciales o para sanar alguna enfermedad especifica. Sin importar cual sea el motivo de la búsqueda, las plantas de poder nos abren las profundidades de la “psique”, las puertas a una dimensión superior desconocida por los ojos de la razón, en la cual somos dueños y amos de nosotros mismos, y al mismo tiempo simples hormigas de un universo infinito.


Una planta de poder o “enteógeno”, según la ascepción griega de la palabra, significa “Dios dentro de uno mismo”. Fue en los primeros tiempos y gracias a las plantas, que el hombre primitivo recibió los primeros contactos con lo celestial, a través de la preparación de ciertas bebidas que le permitieron acceder a estados superiores de conciencia, mostrándole visiones y revelaciones inimaginables, las cuales llevaron luego al surgimiento de religiones y deidades.
Se llama plantas de poder a todas aquellas que pueden otorgarnos un contacto con otras dimensiones y con lo divino (San Pedro, Ayahuasca, Floripondio, Peyote etc). Esto no significa que cualquier persona que tome un brebaje de plantas va lograr una conexión inmediata, pero sí asegura un cambio, una apertura y la experimentación de un estado no ordinario de conciencia.
La percepción en estado de conciencia habitual, sólo nos permite acceder a una fracción distorsionada de la realidad, sesgada y revestida de proyecciones personales y superpuestas. Las plantas nos permiten elevar el velo, amplificando la realidad y la experiencia.
Por ejemplo, frases como “Dios esta aquí” o “Dios es amor”, con la ayuda de las plantas de poder se experiencian en primer plano y dejan de ser clichés religiosos. En la “realidad”, en el lenguaje de la conciencia ordinaria es imposible concebir la bendita naturaleza a la que se logra acceder, a las divinas verdades que se logran vivir.


A pesar de esto, muchos piensan que estas plantas son drogas y que sólo otorgan alucinaciones e imagines irreales; para otros significa el camino fácil hacia la iluminación, ya que otorgan un contacto directo, rápido e intenso con la trascendencia y divinidad. Pero esto no es así, la toma de plantas involucra mucho coraje, ya que para un verdadero contacto se requiere de un proceso de purificación y purga, a nivel físico y psicológico. El tomar plantas involucra el esclarecimiento de varios factores psicológicos y conflictos inconscientes; aquellos que aspiran la evolución y el contacto con lo numinoso deben también aceptar el contacto con la sombra, con lo reprimido y aceptar procesos de purificación.


Por medio del uso de enteógenos la mente se vuelve centro de observación y es posible aprender, crecer y liberar mucha energía psíquica, reviviendo, transformando, eliminando, aceptando y reconciliándose con contenidos psicológicos incómodos y ocultos que generalmente no son percibidos y que han sido barridos bajo la alfombra de nuestra consciencia.
Es por lo mismo que el abanico de experiencias posibles es inmenso, debido a que cada persona es dueña de un lado oscuro en exclusivo, de una historia en particular y temas distintos a trabajar. Cada persona va a vivenciar un contacto particular y trascendente según su forma de ver y vivir el mundo.


Del mismo modo existen otras maneras para poder acceder a lo divino, como los ejercicios de respiraciones, meditaciones en silencio, ayunos, etc. Pero claramente, al inicio de la humanidad el contacto con entidades superiores se realizó con el uso de plantas, las cuales hoy en día han regresado para ayudarnos en el difícil proceso de individuazación y evolución, en el cual cada ser debe decidir responsablemente y libremente si consume o no una sustancia psicoactiva, sin abogar por la censura y la desinformación.

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